martes, 2 de mayo de 2017

El cuento, según José Antonio Escrig

Mi compañero José Antonio Escrig ha escrito unos hermosos párrafos sobre la funcionalidad de los cuentos. Un texto precioso que nos enseña que a la realidad añadimos siempre la fantasía. Realidad y fantasía son como el alma y el cuerpo  para el Cristianismo: la fantasía, la ficción, la literatura en suma, es la que nos trasciende. El texto dice así:

      "Últimamente he estado leyendo cuentos. Los cuentos populares constituían una escuela para la vida. Estaban orientados a la continuación de la especie. Con la llegada de la modernidad (los hermanos Grimm, por ejemplo, el Romanticismo), se introdujo en ellos una forma nueva de simbolismo: el simbolismo individual. (En las culturas tradicionales no existía el individuo, todo era colectivo, solo había un "nosotros"). La aparición del "yo" marcó un nuevo y dramático horizonte en el que la palabra decisiva fue "libertad".
         La libertad enfrentaba al individuo a nuevos retos colosales: aprender su posición en la vida (un "yo" en la sociedad), asumir el abismo de la muerte (en las culturas tradicionales nunca existió del todo la muerte. En su lugar estaban las metamorfosis -muertos los amantes, se convirtieron en plantas; cortadas las plantas, fueron pájaros-), la resurrección. Y esta nueva dimensión abrió los cuentos a nuevas necesidades, a un nuevo enfoque.
          Desde el Romanticismo, en cada cuento se libra una lucha simbólica (bien y mal luchan en el corazón solitario del hombre). De forma y modo que en nuestros cuentos modernos (los de Poe, los de Chéjov, de Kafka o Borges...) se abren espejismos, ilusiones que nos dicen: "está la realidad, pero no es todo. Está ‎la realidad, pero también la imaginación, que forma parte de ella, expandiéndola (como ocurre con el universo)".
          En los cuentos modernos se nos dicen cosas relevantes para la vida. Pero no para la vida concreta, sino para la vida de nuestro horizonte máximo (de ahí que flirteen tan a menudo con los sueños, con los deseos, con los viajes, con la ciencia ficción). El hombre moderno se cuenta cuentos para intentar comprender un mundo más complejo, donde el bosque y los lobos habitan un reino incierto, luminoso u oscuro, que está en él y, a la vez, en ninguna parte."

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